martes, 11 de noviembre de 2014

ESPEJISMO INFALIBLE





Era domingo. Salí de mi casa sola como siempre y tomé la ruta en la espesa noche. Tenía mi cabeza llena de pensamientos. Mi vida estaba perdida en el peralte de la vía. Abstraída en la oscuridad, sin tener motivo alguno de volver a mi realidad, mis movimientos eran inertes, estaba desconectada del mundo físico existente.

El silencio de la noche estaba latente, sólo se podía escuchar la sórdida soledad. ¿Había alguien? Nadie. Todos estaban en sus casas perdidos en sus mundos, en sus dilemas y todo lo demás, sus voces calladas se podían escuchar a lo lejos sin avisar.

Comencé a descender por una avenida. Los párpados de mis ojos caían pesadamente, quizás por el insomnio de tantas noches en blanco. Las luces que iluminaban el camino comenzaron a cansarme. No tenía buena visibilidad, pero no podía detenerme. Debía continuar conduciendo. Estaba segura que no había nadie y es que a esas horas de la noche nadie sale a entregarse a los abismos del silencio y de la oscuridad.

De repente, una silueta etérea se atracó delante de mí carro, confundiéndose con el recuerdo tórrido tantas veces evocado en mí. Intenté terminar con mi pretérito de una vez por todas. Aceleré locamente, ahogada en la esperanza. La velocidad era mi demiurgo. Dejé de pensar y sólo sentía cómo mi sangre calentaba mis extremidades y recorría cada átomo de mi cuerpo sin vacilar.

La relatividad del tiempo consumía la realidad jugando con mi lucidez. Recuerdos de hace horas, días, meses, años. ¡Eso ya no importaba! Era otra artimaña del titiritero que manipula mi vida a su antojo. Pero ésta vez no. ¡No, no, no! No va a volver a burlarse de mí con sus espejismos. Todo deberá terminar esta noche, aquí, así mi existencia se extinga hoy.

Fútil realidad que se dispersa vivazmente al azuzar mi ímpetu. ¡Adiós claridad! ¡Adiós lobreguez! Fueron mis últimas palabras, mientras mi carro giraba fuera de la vía al intentar seguir la sombra de tu ausencia, perdí el control del tiempo, perdí el control del espacio, me sumergí en el vacío de otro plano, ya no sabia quien conducía aquel aparato.

En la penumbra de la noche oscura sentí como mi cuerpo dejó de sentir y mi corazón dejó de latir, escuché su latido hasta que espiré por última vez. Noté que mi alma yacía fuera de ese cúmulo de huesos y carne, desechos  destrozados esparcidos por la pendiente de aquella autopista solitaria.

Recordé la silueta maligna que minutos antes había cruzado mi camino, en seguida quise arrastrarme y buscarle, llena de ira y melancolía pero había perdido mi vida. No podía quedarme así… mi alma y mi espíritu estaban desorientados, todo era tan diferente, todo era diferente

Así que intenté disuadir a las hermanas del destino, exponiéndoles mis ansías terrenales de volver por unos instantes siquiera, porque la esencia de aquel amorfo espectro no permitiría cumplir efectivamente mi reencarnación. Sin embargo, el auxilio no provino de ellas. Mi respiración volvió a mi cuerpo y pude abrir los ojos aturdida. ¿Quién habría sido? Un espasmo sacudió mi cuerpo, luego otro.

Una voz me imploraba palabras sin sentido, allí frente a mi cuerpo, aquella silueta, aquel espectro, comenzó a tomar forma justo delante de mí, sus manos cubrían mi rostro, sus lagrimas mojaban mi tes, su cabello limpiaba mi sangre...

¡No pude haber imaginado tal escena! Me sentí traicionada nuevamente por mi mente falaz, la oscuridad cegó mis sentidos y a gritos imploré:

 ¡Perdón! ¡Perdón! ¡Eras tú! El ángel de la guarda que siempre respeté, la silueta que siempre admiré, la voz que siempre calmó las jugarretas del destino.

Por poco tú serías yo. ¡Oh Fausto! ¡Oh Hades! ¡Diabólico y maligno! ¿Cómo osaste engañarme? ¡Maldito olvido, maldita tu presencia! Por un instante mis manos mancharían la vida del ángel que salvó mi vida.

 ¡Ven muerte querida, llevadme ya! No soporto el dolor que oprime mi corazón, y deja vivir a mi ángel un tiempo mas. Retoma mi vida en tus manos y a cambio dale la vida a quien en vida me dio un poco de felicidad, prefiero descender a los infiernos antes de vivir con la culpa de cegar la vida de aquel ser tan hermoso e inalcanzable..

Y poco a poco mi sangre se heló colmada al fin de aquella paz inexistente en vida y con la que siempre soñé hasta el último momento de mi existencia divina. ¡Gracias osada providencia! ¡Gracias por girar la voluntad del tiempo! ¡Llevadme Hades en tus brazos! Ya quiero descansar de tanto tormento…

Así el cambio se dio, mi hija viviría por mi, y yo moriría por ella hasta el fin...

Autor/a: Eleorana - 2014
http://glosmaryseleoranacamachoalbarran.blogspot.com/
@eleorana80

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