jueves, 12 de febrero de 2015

7 de marzo de 2010


Recostado sobre la arena observo el mar. A mis espaldas están los médanos. Santa Teresita, Barrio Golf, entre Parada 23 y Estancia del Carmen. Algunas damas se asolean en la playa, lucen bikinis, nada de otro mundo. Detrás de mí, en los médanos, juegan dos niños pequeños, parejita. De vez en cuando alguno cae cerca de mí, tras rodar por el dorado terraplén. Se escucha a una mujer decir: “cuidado ahí…, no que te caés…” Es una voz sensual, joven y dulce. Luego, cuando el sol comienza a virar hacia el oeste, las sombras de estos niños y de la mujer se agigantan. Trato de intuir las curvas de ella a través de su sombra; adivino poco y nada. Después, la niña se va, era de otra familia, y el niño corre al mar, orientado por su madre: “allá está papá, ¿ves?” Una vez que el niño llega al mar y se une a su padre, le sigue su madre. Desciende el terraplén como una potra errante, su bikini es extremadamente pequeña, mini-tanga, de esas bien altas con el triangulito atrás, color amarillo. Mi pasión tórnase amarilla. Su cola es un monumento a La Cola, sobresale generosamente, la raya es un surco que recorre toda esa zona de manera bien marcada; nada de esas tangas que se meten un poco, esta chica la lleva bien clavada en lo más recóndito de su anatomía. El breve pedacito de tela de adelante deja notar una depilación total. Sus muslos y caderas son firmes, tonificados a base de constantes sesiones en el gym. Voluptuosa, corre hacia el mar, a reencontrarse con los suyos. Él la espera, a la suya; o sea, a la que no es mía. Mientras corre se va recogiendo el pelo, ese cabello largo hasta la cintura, ensortijado, castaño claro. En ese momento detesto mi vida, por un instante experimento la sensación de que si esa chica existe y no es mía, mi vida no vale la pena. Ella se mete al mar, y a medida que va entrando su venusiano cuerpo se moja. El modo en que trata a su cola me excita más: cuando viene la ola, le da la espalda, así el agua espumosa golpea contra esos glúteos majestuosos; qué no daría yo para poder acariciarlos siquiera una vez. Ella se queda allí, con su hijo y su marido; o sea, no conmigo. Yo me marcho. 
Al rato, ya más tranquilo, me doy cuenta de que, después de todo, la vida vale la pena, si aunque sea tuve la oportunidad de ver esa chica (esa cola). Pero la ansiedad persiste, el estado de excitación no se va por completo. A los pocos días, en un intento de exorcizarlo, escribo estas líneas.

Relato ganador del Concurso Sexto Continente de Relato Erótico 2011, organizado por una audición homónima de Radio Exterior de España. Incluido en la antología Eros de Europa y América, Ediciones Irreverentes, 2011.

Autor: Luciano Doti
Twitter: @Luciano_Doti
Blog: Letras de Luciano

2 comentarios:

  1. Bien escrito y bien elegida la imagen.
    Representa las emociones que se pueden sentir al ver a una bella mujer, fascinación, frustración si la conquista está más allá de las posibilidades, y nuevamente fascinación, por al menos haberla visto.

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  2. Buen texto. Todo se transmite en el despliegue descriptivo que haces, donde cada palabra te transporta y te hace estar en ese lugar, imaginarse a esa chica,

    Visita mi blog mentesinfiltro.blogspot.com

    Saludos

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