domingo, 12 de abril de 2015

Muerte del poema

No hay casualidad que os sitúe frente a frente,
ni más saludo que arrebatar la boca al viento.
Tatuar tus uñas en su espalda.
Que dibuje con saliva tu sexo
indeleble al agua, al tiempo.
Devoraros y después, al escupir los huesos,
dar forma a la piel para empezar de nuevo.
No hay casualidad.
No hay causa.
Solamente el deseo.

Dolores Leis Parra ©



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